Por Combatientes del BIM 5
La cercanía física, y emocional, que liga a nuestra provincia con las Islas Malvinas, también se tradujo en una manera muy diferente de vivir el conflicto, y la llegada de cada 2 de abril.
Las vigilias que comenzaran allá por el año 1996, con un grupo de veteranos que arrancaron con este gesto patriótico, hoy son una visita obligada en la noche de cada día 1º, para esperar las primeras horas del 2 de abril.
La mayoría de ellos tomó parte en el conflicto a través del BIM 5, el cual solo recibió 16 bajas, teniendo en cuenta que fueron los soldados que se mantuvieron durante un mayor tiempo en combate. Incluso fueron los últimos en deponer las armas.
Así, en vísperas de esta fecha tan cara a los sentimientos de los fueguinos, varios veteranos de guerra recuerdan sus vivencias en suelo malvinense.
Martín Aranibar - Cabo Segundo (BIM5)“En combate es cuando surge la fortaleza espiritual” Araníbar formaba parte de un grupo del BIM, que lo componían 10 correntinos y 1 chaqueño, acudiendo al llamado que se produjo después de la toma de las islas, a las que llegaron el 6 de abril.La posición quedó fijada como la última línea del BIM en las colinas de Sapper Hill, desde donde se instaló un obuz de 155 mm sobre la ladera sur y ametralladoras Mac en línea final de protección. Cuenta Martín: “El combate se produjo a través de bombardeo de buques que recibíamos desde distancias cercanas a los 30 kilómetros. Recién el día 13 de junio, en la batalla final, cuando venían retrocediendo las líneas de Tumbledown, fuimos atacados por helicópteros ingleses que desde 3 metros de altura desembarcaban en el terreno sobre las rocas”.En los momentos mas intensos de la batalla Araníbar recuerda como surgieron los verdaderos héroes: “En esos momentos surge en la persona, la condición de la fortaleza espiritual. Eso se evidenció en la aptitud militar de jóvenes de 18 años que demostraron mayor personalidad que hombres de 40. Allí muchos soldados se convirtieron en héroes repeliendo el poder de fuego de una potencia como Inglaterra”.Araníbar en el fragor del combate fue alcanzado por dos ondas expansivas que hoy le generan problemas de audición o movilidad. “En Tumbledown nuestros compañeros sufrieron mucho, y allí se basó el libro “Camino al Infierno”, donde convergían el bombardeo inglés y la artillería argentina para evitar el avance de los ingleses”.“Fue en Tumbledown donde dos suboficiales del BIM fallecieron, al cubrir el repliegue de sus compañeros. Al retroceder uno puede llegar a perder la línea, y eso pasó con estos compañeros que cubriendo a sus pares, pisaron minas que se habían puesto para evitar el avance inglés”, sintetiza su emocionado relato.
Aldo Rubén Cena-Cabo (BIM5)“Quedamos helados cuando tuvimos que abrir fuego sobre nuestras tropas” Cena formó parte de una companía que fue trasladada a Puerto Argentino, y posteriormente depositada en una de las colinas de Monte Williams. Allí se estableció el puesto que era manejado por el BIM 5; “Estábamos con armas de apoyo como los morteros, y recordamos lo extenuante de nuestras tareas, ya que el mortero golpeaba constantemente el suelo”.“Esto provocaba que debiéramos cambiar en forma constante la placa base por el tipo de terreno. Era terrible, por que todo el tiempo era cavar y cavar y tres tiros y el mortero se volvía a hundir.Cena recordó lo mas fuerte de su labor en la guerra: “Como arma de apoyo no tuvimos contacto directo con el enemigo, pero recuerdo que quedamos helados cuando recibimos la orden de abrir tiro sobre nuestros propios compañeros, en las montañas de las líneas del frente”.La orden se meditaba sin dejar de cumplirla: “Eso se hacía debido al fuerte ataque en el que el enemigo se viene filtrando en las defensas, y es la única forma de repelerlos. En muchos casos era nuestra propia tropa la que pedía que bombardeáramos su zona para evitar el avance y pararlos un poco” “Permamentemente recibimos cañoneo de fragatas, desde tierra y desde el aire. Tenían mayor capacidad de fuego y un sistema ágil de helitransportados. Ellos sabían de que forma estábamos pertrechados, ya que vivíamos como topos en pozos de zorro y trincheras cavadas en la tierra, la única forma era ablandarnos con artillería pesada”.El 13 debimos destruir todo el material para no dejar nada al enemigo, y así dejamos el mortero con el que pasamos varios días en combate. A partir de ese momento nos constituímos como tiradores e íbamos recibiendo gente que se replegaba y después continuamos hasta SapperHill.“Allí nos tiraron con espoletas de retardo que caen, y a 5 metros del terreno explotan y barren todo con esquirlas. A nosotros también nos tiraron con espoletas que caían y no explotaban, sino que se enterraban y allí producían una explosión que barría todo el terreno, llegando a estallar horas después de caídos”, finalizó diciendo.
Juan Medina Suboficial Segundo“A pesar de la orden de no tirar, seguimos combatiendo” Medina llegó el 7 de abril con la Companía Comando del BIM 5, estableciéndose en la zona de Moody Brok desde donde se combatió con cañones de 155 mm. Esta companía sería la última en replegarse. “Sufrimos bombardeos aéreos con bombas de mil libras y belugas, que explotan y tiran cientos de granadas que explotan después. Ese tipo de bombas estaba prohibido por la convención de Ginebra”, comentaba sobre los días de combate.“Llegaron hasta nuestra zona y tiraron con todo tipo de artillería, ahí comenzamos a verlos venir y filtraban las líneas defensivas. Allí nuestra artillería comenzó a hacer fuego sobre nuestra posición para evitar el avance y nos encontramos entre dos fuegos, pero era la única posibilidad de replegarnos”.El repliegue continúa hasta las colinas de SapperHill, último punto donde se presentó combate: “A pesar de la orden de no tirar mas, la gente del BIM 5 hizo su último combate en el lugar y se abaten cuatro helicópteros y se produjeron entre 50 y 60 bajas enemigas”.Posteriormente los mismos ingleses reconocerían el error de continuar avanzando ante un repliegue argentino inminente, lo cual les causó muchísimas bajas innecesarias, para una guerra que estaba ganada.La parte más emotiva de la entrevista, es cuando Juan relata a ENTRELINEAS, el momento de la finalización del combate: “Me fuí hasta una piedra grande, le saqué la nieve y me senté en ella para comenzar a sentir la sensación mas desagradable que experimenté en mi vida. Tenía a la vista la que fue mi posición de combate durante muchas semanas, y sabía que no la iba a ver mas, sentí que perdí algo mía, sentí la pérdida de las islas”, finalizó diciendo un conmovido héroe.
Luis Ramírez Cabo Principal BIM2 (Baterías)Ramírez estaba a cargo de la companía de comunicaciones del BIM2 con asiento en Baterías de Puerto Belgrano. Era técnico electrónico y se encargaba del mantenimiento de toda la unidad, pero formó parte del Operativo Rosario como un infante mas durante el desembarco. “Unos meses antes habíamos tenido un ejercicio de desembarco en la zona de Puerto Madryn, y no sabíamos que era el ensayo para la operación Malvinas”.La flota zarpó desde Puerto Belgrano el 28 de marzo: “Recién embarcados, y en pleno océano, el almirante Busse informó a toda la flota sobre la recuperación de las Islas Malvinas y ahí sentimos una emoción inmensa y sentimos un shock inesperado, inmediatamente fuimos con nuestros jefes que nos brindaron las ordenes específicas a cumplir”.El 1º de abril se visualizaban las luces de Puerto Argentino, comentaba Ramírez, quién desde el Buque de Desembarco ARA Cabo San Antonio escuchaba la música clásica que transmitía la radio de las Malvinas: “En las primeras horas del 2 nos bajan a la plataforma y yo llevaba una bandera entre mis ropas que se la mostré a otro regimiento que bajaba hacia los anfibios. Allí todos los infantes, uno por uno, me besaron la bandera antes de ingresar a las unidades de desembarco”.El desembarco se produjo sin oposición alguna, con un tránsito normal hasta Puerto Argentino. “Allí se produjeron algunos enfrentamiento en la zona de las antenas, donde se emboscó al primer anfibio, pero al abrir fuego las fuerzas argentinas, los ingleses rápidamente huyeron hacia el pueblo”.Al llegar a la capilla Saint Mary de Puerto Argentino, Luis Ramírez izó el pabellón que traía consigo: “Mis compañeros me recomendaron no hacerlo por que podía convertirme en un blanco fácil de los ingleses que aún resistían. Así que todos me cubrieron y orgullosamente pudimos izar nuestra bandera”.Al día siguiente Ramírez fue embarcado nuevamente al continente y nunca mas volvió a ver las islas, ya que a partir de ese momento se constituyó en parte de las defensas que se instalaron en Tierra del Fuego
artículo extraído de http://peronvencealtiempo.com.ar/malvinas/notas/notas/losheroesrecuerdan.html
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